domingo, 26 de octubre de 2014

Capítulo 7

Capítulo 7: Obsidiana verde

Cruzó el espacio que les separaba y se paró enfrente de la fachada de la cabaña de Hades, lo de cabaña era relativo, pues reflejaba a la perfección el trabajo de Hades en el infierno al estar construida de obsidiana  brillante, que relucía con la luz de los fuegos verdes que la rodeaban, dotando a la calavera de la entrada de un punto más fantasmagórico, que coronaba la casa distanciándola de cualquier otra.

Alcipe había estado allí muchas veces, pero cada vez que tocaba a la puerta le recorría un escalofrío. A pesar de tener ciertas similitudes en cuanto a la personalidad de ambos dioses, eran contrapuestos; donde Ares era ardiente e insensato, Hades era frío y calculador. Las dos caras del fuego, suponía.

La puerta se abrió sola y del otro lado surgió una figura delgada que destacaba en la oscuridad de la casa. Era Ylena, la hermana de James. El pelo negro y las ojeras que surcaban su cara hacían que su piel resultara aún más pálida, comparándola con un cadáver.

La mueca que le dedicó a Al, por el contario, le hizo parecer más acorde a una chica de quince años normal.

- Está arriba – le dijo simplemente. Su hermana puede que tuviera sólo 15 años, pero sabía perfectamente lo que hacía su hermano. No era una adolescente normal; muy pocos mestizos lo eran, claro; pero normalmente los mestizos de los tres dioses mayores lo pasaban peor antes de llegar al campamento y recibir tutela.

Al asintió, se sabía perfectamente el camino pero se ralentizó recorriéndolo, le gustaba ese lugar, le hacía sentir segura; como si nada pudiese traspasar esos muros. Quizás era también por la ausencia de ruido, en su cabaña era todo lo contrario;  allí era silencioso, no se oía nada, ni siquiera las pisadas de sus habitantes al moverse.

Abrió la puerta del final del pasillo y se asomó por la mirilla. Estaba todo como la última vez. Ordenado, pulcro y limpio; ningún hoyo en el suelo. James estaba tumbado en la cama, no se había movido desde que abrió la puerta. Ya sabía quién era.  Al entró y cerró la puerta a su espalda y al volverse ahí estaba él.

- Tienes que decirme como haces eso – le increpó.


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