Capitulo 2
A veces quisiera darme un respiro de
todas las cosas que suceden en la cabaña, tanto dentro como fuera de ella, pero
luego me imagino un mundo sin todo el revuelo que estar en el campamento
conlleva y siento un vacío en el pecho.
-Elle, ¿Puedes ayudarme con estos
mapas? –Me pregunta Kassindra desde el fondo de un baúl.
Me levanto de mi litera y todo mi
cuerpo me pide a gritos que me acueste de nuevo. Estuve entrenando toda la
mañana y es un poco injusto decir que no me esforcé al máximo en esta
oportunidad.
-Sal de ahí, Kassindra, si no quieres
que ese baúl te trague –Le digo soltando una risotada y yendo a su encuentro.
Kassindra sigue buscando entre los
papeles que hay dentro del baúl de estrategias, como ella lo llama. Asoma su cabeza
y me fulmina con la mirada, haciéndome reír más fuerte.
-Venga, ayúdame, por favor, antes de
que estos papeles me traguen por completo –Me dice y yo me apiado de ella-.
Dioses, es que son tantos planes que tenemos que podría echar los papeles al
piso y nadar entre ellos.
-Si el señor D diera luz verde con
todo los proyectos de reconstrucción que tenemos no serían tantos pero venga,
que es un cabezota y solo quiere beber de su pepsi light –Le suelto en un momento de sinceridad. Las hijas
de atenea nunca hemos hablado mal en contra del señor D pero las cosas han
estado agravándose desde que no hizo nada luego del incidente con la cabaña de
Hermes.
-Tienes razón, pero ni siquiera tú,
que eres nuestra representante ha podido hacer que ese viejo gruñon entre en
razón –Me dice Kassindra y yo suspiro, entornando los ojos ante el recuerdo que
supone el encontronazo con el hijo de Hermes, Garreth.
-Sí, bueno, supongo que en cualquier
momento lo engatuse y lo haga entrar en razón –Le comento y espero a que salga
del baúl para poder buscar los papeles como personas civilizadas.
Nos sentamos y empezamos a ordenar
los planos, estrategias de batalla, reconstrucción de cabañas, entre otras
cosas y dejo que mi mente viaje por los lugares más oscuros. Como ese día en el
que una arpía nos acorraló a mi padre y ami, viéndonos como una presa.
Cuatro años después todavía puedo
escuchar la risotada que soltó al chocar a mi padre contra la pared y dejarlo
inconsciente. Cuatro años después todavía siento el dolor en mis entrañas como
si hubieran pasado unas horas.
-Elle, ¿Estás aquí? –Me pregunta
Lisa, estaba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que
estaba aquí con nosotras-. ¿Estás bien? Tenemos una hora con estos papeles y no
has abierto tu boca y lanzado un comentario con esa lengua viperina.
Kassindra estalla en un ataque de
risa y permito que mis pensamientos oscuros se dispersen un poco. Miro a Lisa y
le suelto
-Vaya, vaya, ha llegado la bocazas
que tiene en mal a las hijas de atena –Le espeto con una gran sonrisa en mi
rostro pesé a que todavía sigo en ese 17 de septiembre de hace cuatro años-.
¿Has venido a hacer algo por la cabaña, pequeña Lisa?
Lisa hace un gesto como si estuviera
ofendida y se ríe, aligerando el ambiente tan sombrío que había en la cabaña.
-¿Dónde están las demás?, no he
podido ir a supervisar las actividades del campamento ya que Kassindra me tiene
aquí amarrada a estos papeles –Miro a Kassindra y ella me guiña un ojo, pero
que mona puede llegar a ser esta chica solo para no verse con mi lengua.
-Marina, Andrea y Diana están
haciendo nuevos planos para un salón de construcción para los hijos de hefesto,
creo que quieren agregarle nuevas cosas o algo así, ya que el viejo salón está
un poco dañado –Me comenta Lisa y yo ruedo los ojos, desde que Diana se
engancho con un hijo de hefesto tiene su cerebro en otra parte-. Sussy, Andi,
Elena y Tess están entrando, sabes que han estado un poco flojas en los
combates y no quieren recibir más palizas por parte de la cabaña de Ares.
-Pues hacen bien, es hora de que se
sepan defender –Le digo y vuelvo a mis papeles que ya están todos ordenados. Me
levanto miro nuestra cabaña, toda ordenada, con nuestras diez literas
inmaculadas, pero con las paredes llenas de planes para el ahora y el futuro-.
Vamos a mirar en las otras cabañas y a ver si podemos divertirnos un rato.
-Estoy contigo jefa, me apunto –Me
dice Lisa y Kassindra asiente en señal de aprobación.
Suspiro y miro al techo de la cabaña,
¿Cuando estás mococas van a entender que no soy su jefa?. Kassindra abre la
puerta y sale seguida por Lisa.
Caminamos por el pequeño sendero de
nuestra cabaña y miro alrededor a las demás. La de Zeus, tan inalcanzable como
el cielo con el rayo como símbolo o la de Poseidón tan omnipotente como el mar
en pleno apogeo. Los campistas pasan a nuestro lado charlando animadamente como
si esto fuera una feria y yo me relajo, con todo este aire tan fresco y sin
ninguna preocupación por los momentos.
Un grupo de afrodita pasa
animadamente a nuestro lado corriendo, me sorprende que estén sudando, cuando
el único ejercicio físico que hacen es al comer y levantarse. Están riendo y
gritándose unas cosas las unas a las otras, hasta que una tropieza con unas
ramas sueltas y da dos vueltas por una senda estrellándose, finalmente, con un
árbol.
Salgo corriendo del lado de Lisa y
Kassindra para ayudar a la campista. Al llegar me abro paso por el sequito de
sus amigas y me arrodillo, evaluando la situación.
-Apártense, hagan algo y busquen agua
y unas vendas, también un poco de ambrosia –Les digo mientras examino las
heridas, tiene los brazos y piernas magullados, pero es superficial, nada que
no pueda sanar en unos días. Sin embargo hay un bulto pequeño en su tobillo
izquierdo, lo más probable es que se trate de un esguince.
-Pero el señor D… -Empieza una pero
no tengo la paciencia necesaria para escuchar sobre el Señor D.
-Díganle que van de mi parte, solo un
tercio de ambrosia ya que las heridas son superficiales, no son muy profundas.
–Las miro esperando a que reaccionen pero no lo hacen, están ahí clavadas
mirando la poca sangre de su amiga-. Dioses, ¿Qué esperan? –Les espeto y ellas
salen pitando.
-Estas campistas –murmuro en voz baja
y niego con la cabeza. Miro a Kassindra y Lisa y les digo-. Vayan a buscar a
algunos chicos para cargarla y llevarla a la enfermería. Su tobillo necesita
revisión.
-Me duele el hombro, no lo puedo
mover –Me dice la chica con su voz ahogada.
-Shh, ya me encargaré de eso,
tranquila. –Le digo al oído para que se tranquilice y ella suelta un gemido por
lo bajo.
Retiro su largo cabello lazio de la
frente y los hombros para inspeccionar más a fondo la superficie de la piel
pero no encuentro más nada. Solo magulladuras, una rodilla sangrante, un hombro
dislocado y un esguince en el tobillo izquierdo.
Al ver que han pasado cinco minutos y
no ha venido nadie en nuestra ayuda, me quito la camisa y la rasgo por la mitad,
envuelvo el corte de la rodilla que no deja de sangrar y lo aprieto con fuerza
para minimizar la hemorragia.
Cuando llegan los chicos todos
mojados por pasarse el día en el lago y me ven en mi brassier me sonrojo pero
no me cubro, ya han visto lo que tenían que ver. Las amigas de la chica llegan
con la ambrosia y le doy de beber un poco.
-Llévenla a la enfermería, necesita descansar
y que le arreglen ese hombro dislocado, el tobillo necesitara reposo por unos
días –Les informo al sequito y espero que hayan entendido lo que les quería
decir-. Ya me pasaré más tarde por la enfermería.
-Gracias, Elle –Me dice la chica con
un susurro y yo asiento.
-No tienes nada que agradecerme,
chica. Solo deja de correr, que a las hijas de afrodita no les sienta bien –Le
guiño un ojo y todos se ríen, disipando la tensión del momento.
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