viernes, 31 de octubre de 2014

Capítulo 1 -Cris

Hace mucho tiempo que mi madre me contó quien era en realidad. Porque podía aguantar tanto tiempo debajo del agua, y porque siempre tenía la necesidad de estar en ella.
Mi madre, no hace mucho tiempo atrás, se había enamorado de un hombre, al parecer de un Dios. Nada más y nada menos de Poseidón. (SÍ, DE AHÍ VIENE QUE ME ENCANTE EL AGUA, LO SÉ).
Un día decidí ir a visitar a mi padre, ya que me sentía como una idiota hablándole al agua, y más de una persona pensaría que estaba loca... Pero, bueno, después de decirme que soy hija de un Dios, ¿cómo no voy a estarlo?
Creo que las cosas no fueron muy bien como creí que fueron, o quizás sí, porque ha día de hoy vivo aquí... Pero pensé que no sé, que era “hija única”, pero me di cuenta de que mi padre era un rompecorazones con las mujeres, y tenía más de una hija/hijo perdido por el mundo.
Y claro, enterarte de que no eres hija única y que tienes un padre que es un Dios, es para flipar. Y tanto que flipé.
Por ello, tras flipar un buen rato durante tanto tiempo yo sola, ahora quiero que flipéis conmigo.
Os quiero contar toda mi historia, y quiero que pasemos un rato divertido.

*********


Hace no mucho tiempo, éramos mi madre y yo (y digo no hace mucho tiempo, porque hemos estado toda la vida solas, hasta hace 2 años... Bueno, sigo con la historia que me lío) Susana Black y su hija Cristel. Mi madre me contaba todas noches, la historia de una pequeña niña que nació con un don, el don de ser capaz de estar bajo el agua todo lo que quisiese, y poder hablar bajo el agua sin ahogarse, ya que su padre, era Poseidón, el Dios del Mar.
Me llevé durante años imaginándome que sería aquella niña, la que pudiese tener un padre, y sobre todo que pudiese ser feliz con una familia... A veces pienso que estuve muy cerca de conseguir lo que quería..
Mi madre dejó de contarme esa historia, cuando cumplí los seis años, y me volví la niña más preguntona y más impaciente del mundo. (Os lo juro, era un puto coñazo, si pudiese volver al pasado y ver a la niña que era antes, me daría un par de hostias y me ordenaría que me callase). Mamá, no era feliz con su novio, se le veía, siempre parecía que escondía algo que no quería contarme, algo siniestro, un secreto.
Pero todo aquello lo dejé atrás, cuando cumplí los 10 años, y mi madre y yo nos empezamos a convertir en mejores amigas. De vez en cuando me contaba algo sobre mi padre. Ese guapo marinero, que amaba el mar y decidió irse, que estar con ella cuando se quedó embarazada, ya a esa edad odiaba a mi padre, no solo por dejar a mi madre sola embarazada, si no porque llegué a la conclusión de que él siempre hacía lo mismo, dejaba una mujer embarazada en cada puerto.
A los 15 años, mi madre y yo viajábamos por el mundo, lejos de todo lo reconocible... Creo que ella intentaba escapar del mar, río o cualquier cosa que tuviese agua, pero por otro lado, también se daba cuenta de que yo no podía estar lejos de ello. Así que durante un tiempo dejó de intentarlo y me terminó aceptando.
Hasta que un día sucedió algo increíble, algo que si llego a intentar explicarlo o a intentar enseñarselo a alguien, me habrían tachado de loca. Estuve bajo el agua, nada más y nada menos que ¡30 minutos! Lo mejor es que pensé que fueron apenas unos minutos, es impresionante la diferencia de tiempo que hay...

-¡Mamá! ¡Mamá! Me ha pasado algo increíble. -Fui corriendo a contárselo a mi madre, que estaba en una de las habitaciones del hotel.
-Cuéntame cielo, ¿qué ha sido está vez? ¿Una palota qué te ha mirado mal? ¿Una mariposa que te ha picado?
-¡No! He estado bajo el agua 30 minutos. -Sonreí de oreja a oreja.- ¡Cómo la niña que me contabas en aquella historia!
Mi madre enmudeció durante unos segundos, pero en seguida se recompuso.
-No digas tonterías, nadie puede durar más de media hora bajo el agua sin morirse. Vamos, acuéstate, ya es tarde.
-No ha sido ninguna tontería, sé lo que he hecho, y lo que ha pasado. Algo está cambiando en mí y tú lo sabes. ¿Por qué no me dices qué es?
-No es nada, Cristel. Sólo acuéstate.
-¡Deberías saber que sé cuando me mientes! ¡Y me estás mintiendo! ¡Mamá, las mejores amigas no se mienten, llevas años diciéndome eso, y ahora tú lo haces!
Mi madre me miró con ojos tristes y suspiró.
-Está vez, te lo contaré, pero me tienes que prometer que no harás ninguna locura y que te mantendrás a mi lado, a pesar de todo lo que te voy a contar.
-Mamá...
-Promételo, Cristel.
-Está vez te lo prometo.
Os lo juro, nunca vi a mi madre tan nerviosa como aquel día, pensé que en cualquier momento se iba arrancar los dedos o que me iba a estrangular. Pero lo que soltó en ese momento, no era nada de lo que me hubiera esperado. Me esperaba cualquier cosa, menos eso.
-Tú eres la niña del cuento que te conté. Tú padre es Poseidón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario