Capítulo 3: Fuego
-Niki
Cuando ya he recorrido una jornada de camino, me paro a descansar un
segundo y así poder comer algo y recargar energías; saco un trozo de carne para
Leo cuando este se pone en guardia y me tenso. Odio no poder descansar, llevo
sin comer desde ayer y para un segundo que me tomo para comer, va Leo y detecta
algo. Odio ser una semidiosa, siempre en problemas y sin poder descansar,
guardo mis cosas en la mochila lo más rápido que puedo para poder seguir a Leo
que empieza a correr acompañado de ladridos hacia un bulto extraño en la mitad
del bosque. Intento llamarle mientras le persigo entre los matorrales, pero es
imposible, solo corre y ladra y no atiende a mis llamadas, cosa que nunca hace
a no ser que haya peligro por delante. Cuando veo que por fin se para, suspiro
aliviada y dirijo mi mirada al frente donde una chica con el pelo castaño
hacía algo que me dejó atónita; estaba delante de lo que creo que era un
cíclope muerto mientras sostenía en la mano una especie de máquina diminuta que
antes se había convertido en una mini hada de metal.
No doy crédito a lo que veo pero lo único que puedo hacer es mirar a la
chica de una forma interrogante, preguntándome como lo ha hecho y aún más quién
es. Miro un segundo a Leo que está activo y nervioso a punto de entrar al
ataque y yo por precaución llevo mi mano al bolsillo donde está mi espada preparándome
para lo que pueda suceder. La chica se puso
tensa y nos miró a mí y a Leo con ojos asustados, pero en vez de huir como lo
haría cualquiera al ver a Leo gruñir, se puso a hablar y yo la escuché casi
ignorante.
-E-eh… ¿hola? ¿Qué tal os va? Yo como que ya me iba eh, no me hagáis ni
caso.-la chica se fue acercando a nosotros para irse pero sé que cuando
encuentre un momento saldrá a correr en cualquier momento.
Error, amiga.
-No te aconsejo que corras, Leo te pillará antes de que llegues al metro;
¿cómo has hecho eso?-le pregunto mirando en su dirección para observarla
mientras empiezo a jugar con el mechero de mi madre.
Su expresión cambió cuando le pregunté por lo que había hecho, me miró como
si no se creyera lo que le he preguntado; pero lo he hecho, lo he visto, y
ahora no me puede mentir.
-¿Hacer qué?, yo sólo estaba dando un paseo cuando me perdí y…-la observo
atentamente intentando ver si así la intimido pero solo consigo que me mienta-,
y vino este hombre enorme diciendo burradas de...eh...facturas, eso.-
Me miró a los ojos como diciéndome que me lo crea, pero yo sólo niego con
la cabeza y la observo, examinándola atentamente.
-Lo he visto, asique déjate de tonterías -miro a Leo que aún sigue tenso e
intento calmarlo un poco-.Siéntate.-le digo tajante y me obedece con una
pequeña inclinación-. ¿Qué es eso? -le digo señalando lo el pequeño trasto de
metal que tiene en la mano.
Me miró con cara preocupante y nerviosa, le había pillado la mentira y lo
sabía; ahora seguro que la puedo tomar por loca, pero lo que he visto no es
normal, y tampoco es la primera vez que lo he visto. Sigo jugando con el
mechero encendiendo y apagando, mientras empiezo a andar en círculos rodeándola
para poder observar sus expresiones mejor.
-Verás yo...estaba fabricando esto -me levanto objeto de metal para que lo
viera mientras seguía hablando-; cuando apareció este hombre, y corrí y me
atrapó así que le lancé un destornillador…”Eso” es Goldver- me saca la lengua
descaradamente y yo la miro atónita, no me conocía y ya se atrevía a burlarse
de mi.
-Esa cosa… Goldver ¿no? -vuelvo a mirarla y luego al trozo de metal-. Hace
un rato ha volado, ¿cómo lo has hecho? ¿Y por qué le pones nombre a una máquina
si no tienen sentimientos?-digo con una media sonrisa esperando su respuesta.
-Ha volado porque es mi amigo y que tú no sepas ver sus sentimientos, no
significa que no tengan, es una máquina, puede pensar y, si yo quiero, puede
sentir -tuerce una sonrisa aferrándose al trozo de metal, iba a proteger a
“Goldver” de cualquiera eso estaba claro.- Ahora si me disculpas tengo que
darle unos retoques.
Solo me hizo falta mirarle un segundo para saber que no me estaba contando
todo lo que pasaba, y más que eso yo le estaba poniendo nerviosa. Empezó a
andar todo lo normal que pudo para escaparse de una buena vez pero Leo se
interpuso en su camino y le ladró a lo que yo solo pude sonreír.
-Esa máquina no tendrá sentimiento hasta que no lo bañes en fuego, pero no
en uno especial, tiene que ser un fuego que salga de los hornos de Hefesto, o
como a mí me gusta llamarlo fuego de la vida.- pongo el mechero delante de mis
ojos y lo enciendo para observar su llama-. Hasta que no hagas eso, solo será
un montón de metal y tornillo, no tendrá sentimiento por mucho que tú quieras;
te voy a enseñar lo que es una máquina de verdad.
No sé si mi sexto sentido esta torcido o no, pero solo me queda confiar en
él; acerco mi mano a la mochila y saco una pequeña esfera del tamaño de mi puño
de unos de los bolsillos y la pongo delante de mí sujetando la con firmeza para
que lo vea. La esfera no es perfecta, tiene arañazos y raspaduras, algunos
salientes que indican la unión de varias piezas de metal y su color es una
especie de bronce sucio; la observo atentamente orgullosa por mi creación y después
dirijo la mirada a la chica.
-¿Sabes lo que es? -la miro atentamente, está acariciando las alas de su
máquina.
-¿Qué es eso? -preguntó, y me miró como si nada pudiera superar a su hada.-
¿Y con Hefesto te refieres al dios? -lo dice con un tono culto, lo que quiere
decir que sabe a quién me refiero.
Una sonrisilla ambiciosa se le escapó como si se sintiera feliz por algo, después
miró mi esfera con cara ambiciosa como si quisiese tocarla, experimentar,
desmontarla y volverla a montar.
-Por cierto,Goldver se siente herido cuando hablas de él de esa
forma.-volvió a pasar los dedos por sus alas.
-No pensaras que le pida perdón a una simple maquina ¿verdad? -la miro
incrédula-. No tiene sentimientos ni vida, no se merece mi perdón
-Claro que quiero que le pidas perdón, esta máquina es especial, diferente
-entrecierra los ojos-¿Qué es eso de no merecer tu perdón? -miré un momento a
la máquina y pude ver como se empezó a calentar en sus manos.- Si haces algo
mal cualquier cosa merece perdón, aunque Goldver, según tú, no tenga
sentimientos, merece que le pidas perdón, no por él, sino por mí, es algo
que yo -recalcó el “yo”- he hecho, así que, si eres tan amable, pídele perdón a
Goldver y dime que es eso- hizo un gesto con la cabeza señalando la esfera.
Pedirle perdón a una máquina sin sentimientos… lo siento mucho, pero esos
no entra dentro de mi persona; digo para mi mientras la observo atentamente y
después miro mi esfera.
-Soy amable, pero no con algo que no siempre; puede que sea importante para
ti, pero tú lo has dicho, es solo una máquina y yo no pido perdón a simples
máquinas.- la miro con una media sonrisa en la cara-. La gente piensa que las
máquinas son solo eso, un montón de engranajes unidos por tornillos que
funcionan para servir a los demás; y ahora mismo la estas tratando como tu
salvador, siento decirte que esa descripción se asemeja a lo que la gente
normal cree.-hago una pequeña pausa para coger aire y sigo-.Una máquina es algo
más que un simple baño de plata o bronce; esta esfera -digo mirándola con
determinación-, es algo creado por mí, algo que sí tiene vida y sentimientos,
no es una máquina es un compañero; pero, por qué decirte lo que es si puedes
verlo con tus propios ojos.
Le dedico una sonrisa de complicidad y lanzo al cielo la esfera de metal;
esta empieza a brillar y a vibrar en el aire, todos los engranajes empiezan a
abrirse entre chispas y luces cegadoras. La esfera en pocos segundo pasa a
convertirse en un pájaro pero no uno cualquiera, sino uno que desprende juego y
vida; el pájaro extiende sus alas majestuosamente mientras vuela ligero sobre
mi cabeza hasta que se posa en mi hombro y guarda sus alas para bajar el pico y
saludarme; mira a la chica haciéndole una reverencia a modo de saludo
mostrándole lo que es en realidad, un fénix resurgiendo de sus cenizas lleno de
vida.
Le miro unos segundos y su expresión cambia para mirar a mi fénix de manera
extraña y curiosa, pero luego me percaté de que me miraba a mí de una forma
algo enfadada y me di cuenta de que quería que le pidiera perdón a su máquina,
pero eso no entraba en mis cabales; después de mirarme a mí volvió la vista al
fénix pero esta vez lo miraba de forma indiferente lo que me hizo molestarme un
poco
-Pídele, perdón, a Goldver.-me puso a Goldver delante de mi cara y me
fulminó con la mirada.
La miré atentamente y me percate que hasta que no le pidiera perdón no iba
a conseguir nada de ella, bajé la vista a la máquina y sentí como poco a poco
empezaba a desprender calor y yo sonreí satisfecha.
-Te lo repito, no voy a pedirle perdón a una simple máquina; cuando sea
algo más que oro y plata me pensaré si hacerlo o no.-le sonrío maliciosa-. Si
quieres que tenga vida, báñalo en fuego, sé que sabes hacerlo, así que
muéstrame que eres más que una niña tonta y quejica que se enfada porque no le
pido perdón a un estúpido montón de hierro y tornillos.
Sabía lo que iba a pasar después de lo que había dicho, de alguna forma
Goldver movió las alas antes de que nos diéramos cuenta, haciéndome un pequeño
corte en la nariz y sonreí satisfecha; ella lo apartó inmediatamente.
-Yo...lo siento, no pensé que iba a hacer eso.-se puso a Goldver tan cerca
de su cara que empezó a bizquear-. Goldver, no te ha hecho nada, sí, ya sé que
es impertinente pero si no quiere no quiere, nos vamos, te arreglamos y ya,
¿vale?- los observé atentamente y de alguna forma la máquina podía entender lo
que ella decía, lo que sentía.- Goldver.- empezó a hablar
cansada-. No es una simple máquina, él hace lo que quiere y cuando
quiere, no, no se lo ordeno, lo hace él solo por voluntad propia, ahora si me
disculpas no puedo seguir perdiendo el tiempo con alguien que me considera
tonta y quejica, gracias.- me sonríe con cansancio.
-Lo siento pero no puedo dejar que te vayas, si lo haces no aguantaras sin
un día por el bosque y mucho menos si tienes a esa cosa como “salvador”.
Le hago una señal a Leo para que se ponga detrás de la chica y así impedir
que se vaya, me toco la nariz que me sangra un poco y vuelvo a sonreír. Esta
chica tiene agallas, es capaz de enfrentarse a mi cuando tengo a mi perro medio
enfadado, un fénix que echa fuego encima del hombro y un mechero en la otra
mano, definitivamente esta chica me gusta. Empiezo a jugar nuevamente con el
mechero con la misma rutina que antes y le mando una señal al fénix para que
coja a la máquina y me la trae ante la mirada de su dueña; yo la cojo con una
mano con sumo cuidado y empiezo a observar detenidamente, cada engranaje, cada
tornillo enroscado de tal forma que empiezo a ver dentro de él. Cojo el mechero
firmemente con la otra mano y lo enciendo, pero lo que sale de él no es una
llama normal y corriente, no, es algo más que eso, es luminosa y extensa tanto
que podría iluminar toda una habitación a oscuras, la miro detenidamente y con
mucha destreza paso la llama a mi mano y guardo el mechero en unos de mis
bolsillo; ahora tengo su máquina en una mano y la llama en otra, pero no me
quemo, nunca lo hace, solo me produce cosquillas insignificantes; miro
nuevamente a la chica con una sonrisa amplia en la boca.
-¿Sabes qué es esto? -me mira con indiferencia.
-¿El fuego salido de los hornos de Hefesto?- dijo a modo de prueba y pude
ver en sus ojos que sin la máquina sentía un vació enorme.- ¿Le quieres dar
vida? ¿No era una simple máquina sin sentimientos? un… ¿conjunto de plata y oro
sin valor?- noté en mi mano derecha como se empezaba a calentar y me lanzó una
sonrisa torcida y yo la examiné mejor esperando a que se diera cuenta de que el
fuego no me quemaba la mano.- curioso…- dijo al fin y me empezó a examinar como
si fuera un nuevo y desconocido invento.
-Veo que me has estado escuchando .-digo sonriendo y empiezo a jugar con el
fuego de mi mano-.Esto...simplemente es fuego, el “fuego de la vida”, lo crea
cada uno con los sentimientos que tiene; es decir, yo puedo darle vida a tú
máquina pero solo me haría caso a mí, todas las máquinas que estén bañados con
mi fuego son míos, tienen mis sentimientos y parte de fuerza vital por decirlo
de alguna forma.- hago una pausa para pensar como explicártelo de una forma que
lo entiendas-. Pongamos un ejemplo, mi fénix, que por cierto se llama Crox,
solo para que lo sepas; cuando lo creé era como tú máquina sin sentimientos y
que solo acataba las órdenes que yo le daba como cualquier máquina, entonces lo
bañe de mi fuego, fuego que creer a partir de sentimientos y experiencias
únicas, cosas que sentía hacía el fénix y ….ya está; le di vida y libertad,
ahora él puede hacer lo que quiera, ir a donde quiera, pero siempre estará a
mis servicios porque el fuego crea un vínculo que nadie puede romper.- vuelvo a
coger aire-. En definitiva, si yo le doy vida, solo me obedecerá a mí; si
quieres que sea libre tienes que crear tu propio fuego.
-¿Cómo? -la miro y me doy cuenta de que está pensando en lo que le he
dicho-. Que cómo creo mi propio fuego, me refiero.-observa a Goldver y se da
cuenta de que no estáa gusto en mi mano y yo también lo noto porque lo único
que hace es calentarse cada vez más.
Ladea la cabeza y me percato de que le está dando vueltas a una tuerca que
está en su mano y me mira con ganas de saber más; definitivamente si quieres
darle vida a este montón de metal-¿Podrías enseñarme y devolverme a Goldver,
por favor? -sonrió inocentemente- ¿Y por qué quieres eso? no me conoces, le
debes una disculpa, y quiero dormir.- no le voy a dejar, si
yo no lo hago tú tampoco-¿Qué es lo que te empuja a “ayudarme”?
Sigue dándole vueltas a la tuerca en su mano y yo la observo detenidamente
y suspiro pensando si es buen momento para decírselo o no; pero yo también
estoy cansada y harta.
-Nada en especial, supongo que motivos familiar.- me encojo de hombro y la
miro-. Eres mi hermana solo eso.
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