Capítulo 6: Es la hora
-Arely
El timbre de fin de la clase suena. Por fin, el fin de otra clase aburrida
de filosofía acabó y ahora toca mi clase favorita, tecnología, siendo la única
clase en la que puedo destacar. La verdad, no sé por qué desde muy pequeña se
me daba bien arreglar y crear objetos sin que nadie me enseñase.
Llego a clase y saco el proyecto que nos toca hacer este trimestre de mi
mochila, un robot que sigue las líneas. Voy a por las herramientas y me pongo
manos a la obra, poniendo los tornillos y los cables, cada uno donde pertenece
como un sencillo puzle que cualquiera puede hacer.
-Bien chicos, tengo que salir unos minutos al despacho del director, seguid
en vuestros proyectos, no olvidéis que solo os falta una semana para
entregarlo.- dijo el profesor de tecnología. En cuanto se fue el silencio que
antes asolaba se sustituyó por débiles murmullos que cada vez se hacen más
fuertes. Suspiro mientras me concentro en mi trabajo y noto como si mi mente se
desconectaba.
Oigo pasos corriendo y respiraciones de agotamiento y desesperación. No
puedo abrir los ojos, pero noto como las pisadas
se van acercando cada vez más rápido hasta que noto el viento en mi cara como
si alguien hubiera pasado a mi lado.
“Es tu hora” dice una voz seguida de un gran
rugido, abro los ojos encontrándome en un oscuro bosque y unos ojos rojos
acechándome delante de mí.
**********
El sonido de la voz de mi profesor me despierta de mi
ensoñación.
-¿Pasa algo, señorita Arely?
-Nada, tengo que salir un momento al baño. - Me dirijo
al baño cuando de pronto siento que estoy temblando y que tengo un ligero picor
de mis manos, convirtiéndose pronto en un escozor. Me miro las manos, ahora
rojas y con una sensación intensa de quemazón. Me las lavo con agua fría
intentando aliviarlas.
“Quítalas del agua”- Obedezco a la voz de mi cabeza y miro a todos los
lados intentando buscar al perteneciente de aquella voz pero no hay nadie,
estoy sola. Sin darme cuenta me seco mis manos en mi sudadera y esta empieza a
fundirse. Es entonces cuando empiezan a formarse pequeñas llamitas de fuego. Me
la quito rápidamente maldiciendo. “¿Qué demonios?”
Salgo del instituto corriendo hasta alcanzar mi casa, encontrándola vacía.
Voy hacia mi cuarto e intento tranquilizarme analizando la situación hasta que
un ruido en el cuarto de mi madre me sobresalta.
-¿Hola? - Voy lentamente encontrándome con una pequeña cajita dorada con la
frase “Es tu hora”, dentro contiene un colgante en forma de martillo y con mi
nombre grabado. Y entonces lo recuerdo. Es el colgante que mi madre escondió
cuando era pequeña.
-¿Arely? -Me doy la vuelta encontrándome con mi madre.- ¿Cómo es que has
vuelto tan pronto? Tus manos...
-No lo sé, dímelo tú.- La respondo enseñándole el colgante - ¿Qué me está
pasando?
Ella se acercó a mí – Te lo intentaré contar tan pronto como sea posible,
pero necesito que me digas si ha pasado algo, necesito saberlo para saber qué
hacer. Le cuento el incidente en la clase de tecnología y en el baño.
-Vale, prepara tus cosas, tienes que irte. -Saco de mi armario una mochila
y empezó a meter ropa.
-¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa?
-Mira hija, hay cosas que he tenido que ocultarte para protegerte pero tus
poderes están empezando y yo no puedo ayudarte. - Me susurró cariñosamente y
suspiró mientras se prepara para proseguir.-Eres una mestiza.
-¿Qué? - Me quedo perpleja en el sitio. - Tienes que estar de broma, no
puede ser, y en caso de ser verdad de quien podría...
-Hefesto. -Contesta secamente esperando mi reacción. - Fue una larga
historia que espero contarte otro día cuando tengamos más tiempo.
Cojo la mochila y nos montamos en el coche. Estuvimos durante el trayecto
en silencio mientras asimilo todas las palabras que me acaba de decir. El coche
para.
-Escúchame ahora, Arely. Dentro de ese bosque se encuentra el campamento
mestizo, allí es donde tienes que ir. Y no olvides esto... - Me da el colgante
y me lo pongo. -Sé que de pequeña te dije que no lo podrías llevar pero ahora
debes llevarlo siempre, te protegerá. No olvides que te quiero.
-Yo también te quiero, mamá. - Nos quedamos un tiempo abrazadas hasta que
decido salir del coche.
Me dirijo al bosque no sin antes echar la última mirada atrás viendo como
el coche de mi madre se alejaba hasta perderlo de vista.
-Creo que nos quedamos solos de nuevo.- Me doy la vuelta ante la nueva voz
a mi espalda.
-¿Quién eres?-Pregunto extrañada. Es un chico alto, de tez clara y se
podría decir que de unos 25 años.
-Auch, me duele que no me reconozcas, aunque claro, no eras más que una
cría cuando nos conocimos.- Le miro e instintivamente mi mano se dirige a mi
colgante.
-¿Ónix? - Una sonrisa aparece en su boca al oír su nombre. -Ha pasado mucho
tiempo.
-Ya, pero será mejor que prosigamos, hay que llegar al campamento antes de
que oscurezca.
-¿Por qué te fuiste?
-No me fui, solo que sin el colgante no me pudiste ver. - Asiento
lentamente mientras corro hacia él para abrazarlo. Eso le pilla le tuvo que pillar
de improvisto pero me corresponde al abrazo. Me alegraba mucho de volver a ver
una cara amiga y más en estos momentos en los que mi vida normal había
desaparecido. - Fue un largo tiempo... pero ya habrá tiempo para hablar,
tenemos que irnos rápido.
- De acuerdo, pero antes, hay cosas que me gustaría saber – El me mira
esperando mis preguntas como si no le sorprendiera. - ¿Y qué es exactamente ese
campamento, aparte de ser para semidioses?
-Ahh, sigues igual de curiosa que siempre. Se supone que es un sitio donde
aprendéis a dominar vuestros poderes de mestizos y estáis protegidos de toda
criatura sobrenatural que os decida matar ya que hay una barrera alrededor del
árbol de Thalia, solo permite pasar a todo el que tenga sangre de dios y sus
protectores. – Dijo mientras proseguimos nuestra marcha hasta llegar a un
camino dentro del bosque. - Creo que ya estamos cerca.
-¿Alguna vez has estado allí?
-Eh, no. De hecho lo único que se de ese campamento es por lo que me han
contado, igual que las criaturas que merodean por todo el mundo.
Oigo voces lejanas que se acercan.
-Son personas, ¿Crees que serán semidioses?
-Uhm, puede ser, pero sean quienes sean parece que no están solos... -
Caminamos lentamente intentando hacer el menor ruido posible.
-Puede que sean sus protectores. - me escondo detrás de unos árboles y me
asomo intentando ver quiénes son hasta que siento una mano en mi hombro
echándome hacia atrás.
-No es eso, es más peligroso, lo presiento. Vamos.
-Lo sé, pero podrían estar en peligro o necesitan ayu…
-Arely, esto no es ningún juego, deja de ser cabezota, hay criaturas aquí
fuera que no dudarán en matarte sin
ningún reparo.- Susurra hasta que oímos pasos que se acercan. - Vale, tenemos
compañía...
No hay comentarios:
Publicar un comentario